El ajedrez es más que un juego de historia milenaria, es un deporte con mucho de arte y más aún de ciencia. Sumerge a los dos jugadores en una contienda donde el control espacial se hace fundamental, se desarrolla la responsabilidad en la toma de decisiones y las consecuencias de las mismas. Es un deporte donde el respeto al rival es innato al mismo juego, respeto que en ocasiones aumenta hasta la admiración. Como dijo el ajedrecista polaco, Siegbert Tarrasch, “el ajedrez como la música o el amor, tiene el poder de hacer feliz a la gente”.

Desde el punto de vista educativo en los colegios, el ajedrez, a nivel personal, permite al alumno desarrollar su espíritu autocrítico, su autocontrol y le muestra la importancia en la toma de decisiones, algo fundamental en la vida, a nivel social promueve el respeto tanto al rival como a las propias reglas del juego las cuales son precisas e inquebrantables y a nivel intelectual le exige un control espacial y cálculo de posibilidades aplicable a otras disciplinas como pueda ser las matemáticas.

En Fundación Caldeiro, en este curso hemos dado un primer y gran paso para introducir el ajedrez en nuestro centro. Con la unanimidad de equipo directivo, asociación de padres, profesores implicados y, por supuesto, alumnos, los más importantes, hemos conseguido que como mínimo un día a la semana, alumnos de distintos cursos, en ocasiones, desconocidos entre sí, renuncien a parte de su tiempo libre para disfrutar jugando al ajedrez, de hecho el ajedrez ha estado presente en todos los cursos de primaria, secundaria y bachillerato. Por último, pero no por ello menos importante, este curso hemos conseguido realizar nuestro primer campeonato interno de ajedrez, en secundaria, con una participación de una treintena de alumnos y esto es sólo el principio…

Jesús Gea

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